como alternativa a los yates
reivindican un plan de acción para los cinco puertos de Barcelona
y conservar su abundante patrimonio
Meritxell M. Pauné, La Vanguardia, Barcelona, 15 febrer 2013
Un nuevo concepto, la maritimidad de Barcelona, ha logrado que una heterodoxa representación de la sociedad civil de la ciudad una fuerzas contra la reforma del Port Vell. Este neologismo, nacido en 1991 en la Sorbona, alude a las múltiples formas de relación entre el mar y los ciudadanos y recuerda que el puerto no siempre han sido yates y transporte de mercancías. Vecinos de la Barceloneta, el Gòtic y la Ribera, académicos de la UPC, activistas culturales y profesionales de la marina mercante se confabularon este martes en el Ateneu Barcelonès para declararle la guerra al proyecto que han acordado el Ayuntamiento de Barcelona y la Autoritat Portuària.
Conectar mejor ciudad y puerto, una de las conclusiones clave
del workshop IntraScapeLab 'El futur dels Ports de Barcelona'
Ponentes y asistentes empezaron a vertebrar una estructura de trabajo y movilización "para la conquista ciudadana de este espacio" mediante su principal arma, la agitación. "Los negocios no quieren follón, le tienen verdadero miedo", aseveraba un participante. Se convirtió en una asamblea improvisada, pero la excusa oficial de la cita –convocada por SOS Monuments–, era presentar las conclusiones del Workshop El futur dels Ports de Barcelona, que ha tenido lugar la última semana de enero en la amenazada Facultad de Náutica de la UPC. Lo ha impulsado IntraScapeLab, un equipo multidisciplinar de ingenieros de caminos, canales y puertos, arquitectos, economistas, urbanistas e historiadores, con la colaboración de la Plataforma Defensem el Port Vell.
Concentración en contra de la marina de lujo en el Port Vell
Coinciden en que, en apenas 30 años, la ciudad ha perdido muchas de sus formas de relación con el mar: los paseos por el rompeolas, la pesca deportiva, los baños de Sant Sebastià, la gente de mar y las tabernas de La Barceloneta, los chiringuitos, los clubs populares de remo y vela… La pesca ha perdido espacio –por su declive económico– y el comercio y la restauración han erradicado la maritimidad del Moll d’Espanya –hoy Maremagnum–. El principal negocio en el Port Vell es hoy el turismo y eso es justo lo que los activistas quiere revertir: "Un puerto monofuncional tiene menos valor económico que uno multifuncional", advierten. La reforma aprobada, critican, reducirá la lámina de agua visible –la superficie libre entre dársenas–, privatizará la orilla con un vallado de seguridad y restrigirá el disfrute del Port Vell a los dueños de amarres, que dispondrán de un restaurante e incluso un spa.
El Port Vell se transformará en una marina para yates de mediana y gran eslora, mientras que el puerto pesquero se abrirá a la ciudad con nuevas instalaciones y restaurantes
Concentración en contra de la marina de lujo en el Port Vell
Coinciden en que, en apenas 30 años, la ciudad ha perdido muchas de sus formas de relación con el mar: los paseos por el rompeolas, la pesca deportiva, los baños de Sant Sebastià, la gente de mar y las tabernas de La Barceloneta, los chiringuitos, los clubs populares de remo y vela… La pesca ha perdido espacio –por su declive económico– y el comercio y la restauración han erradicado la maritimidad del Moll d’Espanya –hoy Maremagnum–. El principal negocio en el Port Vell es hoy el turismo y eso es justo lo que los activistas quiere revertir: "Un puerto monofuncional tiene menos valor económico que uno multifuncional", advierten. La reforma aprobada, critican, reducirá la lámina de agua visible –la superficie libre entre dársenas–, privatizará la orilla con un vallado de seguridad y restrigirá el disfrute del Port Vell a los dueños de amarres, que dispondrán de un restaurante e incluso un spa.
El Port Vell se transformará en una marina para yates de mediana y gran eslora, mientras que el puerto pesquero se abrirá a la ciudad con nuevas instalaciones y restaurantes
"Nos presentan el proyecto de los grandes yates como si no hubiera alternativas, como si fuera esto o la nada", denuncia Francesc Magrinyà, ingeniero y profesor de la UPC. Calcula que "el Port Vell genera entre el 6 y el 10% de la actividad económica de todo el puerto", por lo que cuestiona plantear la reforma como una oportunidad tan extrema de negocio o de crisis. "La propuesta que hacen Puerto y Ayuntamiento es muy peligrosa, porque nos llevar a la misma gentrificación portuaria y segregación social que han vivido muchas otras ciudades del mundo con reformas parecidas", sostiene. "Cuando el sector turístico coloniza un frente marítimo, crea una barrera poblacional que aísla la ciudad de su costa", añade.
Lo corrobora el economista especialista en puertos Joan Alemany, que cita como ejemplo Puerto Madero, en Buenos Aires. Avisa que "en el norte de Europa tienen puertos más extensos, con fiordos, que permiten mixtura de usos", pero que en el Mediterráneo "los puertos viejos son tan reducidos que resulta del todo imprescindible priorizar los usos marítimos sobre los turísticos". El alto volumen de inversión que requieren los nuevos puertos de mercancías, apunta, llevan a muchas autoridades portuarias a "exprimir el potencial inmobiliario y turístico de los puertos históricos", ya no aptos para el comercio internacional.
Resucitar la Barcelona marinera
Magrinyà y Alemany proponen diversas actividades y negocios compatibles con la maritimidad, como el tráfico de pasajeros –"ferries, excursiones y largo recorrido"–, los deportes acuáticos, la reparación de barcos o la visita a embarcaciones históricas y científicas. También propugnan sacar más partido a los activos que ya tienen el puerto, como el Museo Marítimo o la Facultad de Náutica. Para que los ciudadanos lo hagan suyo, insisten, hace falta conectarlo bien con los alrededores, a pie y en transporte público. Consideran que actualmente los accesos son muy precarios y que han ido a menos. El proyecto para la Nova Bocana, por ejemplo, "no prevé accesos peatonales", lamentan.
Magrinyà no condena que se dedique un espacio al amarre de grandes yates, si hay demanda, pero recomienda hacerlo en los muelles periféricos porque tienen menos potencial especulativo. "Tenemos cinco puertos (Fòrum, Olímpic, Nova Bocana, Port Vell y Cruceros-Blau Ictinea) y un Clúster Náutico de escala metropolitana: ¡es un axioma que las mayores esloras tengan que ir sí o sí en nuestro puerto histórico!", protesta. Exigen un plan conjunto que dé coherencia a todo el espacio portuario barcelonés, consensuado con la ciudadanía y con sus correspondientes Informes de Evaluación Ambiental.
Para Javier Moreno, doctor en Ingeniería Náutica y capitán mercante jubilado, una de las reivindicaciones más urgentes es el patrimonio marítimo. Advierte que una parte ya se ha perdido para siempre, como la antigua estación marítima de Barcelona –donde hoy está el World Trade Centre– o las caladas de pescadores en el rompeolas. Otra parte desaparecerá con la reforma que ahora se plantea, como las lonjas octogonales del Moll de Pescadors, que le valieron el premio FAD a su autor, Aurelio Gonzalez. Reclama replantear la reforma de este muelle para que la Torre del Reloj -"la Llanterna, la esencia de nuestra identidad marítima"- no quede en medio de un gran aparcamiento de coches. "No todos los pescadores están de acuerdo con lo que ha pactado la Cofradía", subraya Moreno.
Cómo atraer al público
Las conclusiones del Workshop apuntan a una reforma alternativa del frente marítimo, que atraiga a barceloneses y a visitantes con el gancho del patrimonio y unos accesos fluidos desde el centre de la ciudad. Así, invitan a recuperar y abrir al público edificios emblemáticos como las Aduanas –obra maestra de Enric Sagnier– o las antiguas naves portuarias de la Nova Bocana –dónde se sospesó instalar la subsede del Hermitage–. En caso de abrirse un museo, piden que sea cerca de la ciudad y no en el alejado núcleo turístico de la Nova Bocana. En la misma línea, aconsejan sacar más partido a elementos icónicos como la Torre de Sant Sebastià, del antiguo teleférico, y reenfocar el Edificio El Far y los talleres de la Nueva Vulcano. Como ya han pedido al alcalde Trias, exigen que la Facultad de Náutica se quede en la ciudad, amplíe las instalaciones y incorpore un Centre d’Interpretació de la Barcelona Portuària.
En cambio, las conclusiones defienden que el Moll de la Fusta y el Portal de Mar sí que requieren ser reformulados totalmente, porque se han convertido en "no-lugares" y necesitan salir del "bucle de inauguración – decadencia – reforma". Sugieren reordenar el tráfico del paseo Colom y cobrir la Ronda Litoral con "edificios puente", casi pasarelas cubiertas, para así salvar la distancia hasta la plaza Medinaceli y la calle Avinyó. Tampoco pasa el examen las terminales de embarque. Al muelle de cruceros proponen añadirle un paso elevado hacia el muelle de Barcelona y reservar para peatones uno de los dos carriles del vistoso puente que enlaza con las estaciones de cruceristas. Allí piden abrir un espacio para actividades económicas y creativas, que puedan disfrutar también los vecinos y no solo los pasajeros.
'Caso omiso' a la aprobación en el pleno
La sesión contó también con la presencia de la arquitecta y exregidora de Ciutat Vella, Itziar González, que instó a los asistentes a perseverar en la oposición al proyecto y en la articulación de alternativas. "A Trias le hicimos una oferta generosa, la de explicar a la ciudadanía la reforma y reflexionar juntos qué puerto queremos los barceloneses. Y a cambio le pedimos algo muy modesto, un mes más para poder debatir e influir, y nos lo ha negado", expuso González. "Así que la aprobación en el pleno –con los votos de CiU y PP– no es legítima y debemos hacer caso omiso, olvidarnos de esta farsa", sentenció. "Os garantizo –prosiguió con ironía– que lo que aprueba un plenario no vale para nada", citando como ejemplo los muchos cambios que vivió el proyecto del hotel del Palau de la Música, antes y después de su paso por la sala de plenos.
En una intervención breve pero muy aplaudida, recordó que "los vecinos ya pagaron" la reconversión olímpica del obsoleto Port Vell mercantil "con los edificios privados del Maremagnum y el rebufo del ocio nocturno y la inseguridad que sube hasta las Ramblas", por lo que no ve razón alguna para que deban pagarla otra vez con más cesiones. La nueva reforma también amortiza parte de la inversión con la privatización de espacios ahora públicos y la concesión de los derechos de explotación de los amarres a los inversores británicos Salamanca Capital. "En definitiva, la Autoridad Portuaria tiene que perder esta parte del puerto y que pase a manos del Ayuntamiento y los ciudadanos", señaló. "La lucha vecinal también es un patrimonio histórico de Barcelona y puede ser el inicio de una nueva manera de hacer política", concluyó.
(vía La Vanguardia)
Lo corrobora el economista especialista en puertos Joan Alemany, que cita como ejemplo Puerto Madero, en Buenos Aires. Avisa que "en el norte de Europa tienen puertos más extensos, con fiordos, que permiten mixtura de usos", pero que en el Mediterráneo "los puertos viejos son tan reducidos que resulta del todo imprescindible priorizar los usos marítimos sobre los turísticos". El alto volumen de inversión que requieren los nuevos puertos de mercancías, apunta, llevan a muchas autoridades portuarias a "exprimir el potencial inmobiliario y turístico de los puertos históricos", ya no aptos para el comercio internacional.
Resucitar la Barcelona marinera
Magrinyà y Alemany proponen diversas actividades y negocios compatibles con la maritimidad, como el tráfico de pasajeros –"ferries, excursiones y largo recorrido"–, los deportes acuáticos, la reparación de barcos o la visita a embarcaciones históricas y científicas. También propugnan sacar más partido a los activos que ya tienen el puerto, como el Museo Marítimo o la Facultad de Náutica. Para que los ciudadanos lo hagan suyo, insisten, hace falta conectarlo bien con los alrededores, a pie y en transporte público. Consideran que actualmente los accesos son muy precarios y que han ido a menos. El proyecto para la Nova Bocana, por ejemplo, "no prevé accesos peatonales", lamentan.
Magrinyà no condena que se dedique un espacio al amarre de grandes yates, si hay demanda, pero recomienda hacerlo en los muelles periféricos porque tienen menos potencial especulativo. "Tenemos cinco puertos (Fòrum, Olímpic, Nova Bocana, Port Vell y Cruceros-Blau Ictinea) y un Clúster Náutico de escala metropolitana: ¡es un axioma que las mayores esloras tengan que ir sí o sí en nuestro puerto histórico!", protesta. Exigen un plan conjunto que dé coherencia a todo el espacio portuario barcelonés, consensuado con la ciudadanía y con sus correspondientes Informes de Evaluación Ambiental.
Para Javier Moreno, doctor en Ingeniería Náutica y capitán mercante jubilado, una de las reivindicaciones más urgentes es el patrimonio marítimo. Advierte que una parte ya se ha perdido para siempre, como la antigua estación marítima de Barcelona –donde hoy está el World Trade Centre– o las caladas de pescadores en el rompeolas. Otra parte desaparecerá con la reforma que ahora se plantea, como las lonjas octogonales del Moll de Pescadors, que le valieron el premio FAD a su autor, Aurelio Gonzalez. Reclama replantear la reforma de este muelle para que la Torre del Reloj -"la Llanterna, la esencia de nuestra identidad marítima"- no quede en medio de un gran aparcamiento de coches. "No todos los pescadores están de acuerdo con lo que ha pactado la Cofradía", subraya Moreno.
Imagen del anteproyecto que acompaña el Plan Especial del ámbito de pescadores (2011)
Cómo atraer al público
Las conclusiones del Workshop apuntan a una reforma alternativa del frente marítimo, que atraiga a barceloneses y a visitantes con el gancho del patrimonio y unos accesos fluidos desde el centre de la ciudad. Así, invitan a recuperar y abrir al público edificios emblemáticos como las Aduanas –obra maestra de Enric Sagnier– o las antiguas naves portuarias de la Nova Bocana –dónde se sospesó instalar la subsede del Hermitage–. En caso de abrirse un museo, piden que sea cerca de la ciudad y no en el alejado núcleo turístico de la Nova Bocana. En la misma línea, aconsejan sacar más partido a elementos icónicos como la Torre de Sant Sebastià, del antiguo teleférico, y reenfocar el Edificio El Far y los talleres de la Nueva Vulcano. Como ya han pedido al alcalde Trias, exigen que la Facultad de Náutica se quede en la ciudad, amplíe las instalaciones y incorpore un Centre d’Interpretació de la Barcelona Portuària.
En cambio, las conclusiones defienden que el Moll de la Fusta y el Portal de Mar sí que requieren ser reformulados totalmente, porque se han convertido en "no-lugares" y necesitan salir del "bucle de inauguración – decadencia – reforma". Sugieren reordenar el tráfico del paseo Colom y cobrir la Ronda Litoral con "edificios puente", casi pasarelas cubiertas, para así salvar la distancia hasta la plaza Medinaceli y la calle Avinyó. Tampoco pasa el examen las terminales de embarque. Al muelle de cruceros proponen añadirle un paso elevado hacia el muelle de Barcelona y reservar para peatones uno de los dos carriles del vistoso puente que enlaza con las estaciones de cruceristas. Allí piden abrir un espacio para actividades económicas y creativas, que puedan disfrutar también los vecinos y no solo los pasajeros.
'Caso omiso' a la aprobación en el pleno
La sesión contó también con la presencia de la arquitecta y exregidora de Ciutat Vella, Itziar González, que instó a los asistentes a perseverar en la oposición al proyecto y en la articulación de alternativas. "A Trias le hicimos una oferta generosa, la de explicar a la ciudadanía la reforma y reflexionar juntos qué puerto queremos los barceloneses. Y a cambio le pedimos algo muy modesto, un mes más para poder debatir e influir, y nos lo ha negado", expuso González. "Así que la aprobación en el pleno –con los votos de CiU y PP– no es legítima y debemos hacer caso omiso, olvidarnos de esta farsa", sentenció. "Os garantizo –prosiguió con ironía– que lo que aprueba un plenario no vale para nada", citando como ejemplo los muchos cambios que vivió el proyecto del hotel del Palau de la Música, antes y después de su paso por la sala de plenos.
En una intervención breve pero muy aplaudida, recordó que "los vecinos ya pagaron" la reconversión olímpica del obsoleto Port Vell mercantil "con los edificios privados del Maremagnum y el rebufo del ocio nocturno y la inseguridad que sube hasta las Ramblas", por lo que no ve razón alguna para que deban pagarla otra vez con más cesiones. La nueva reforma también amortiza parte de la inversión con la privatización de espacios ahora públicos y la concesión de los derechos de explotación de los amarres a los inversores británicos Salamanca Capital. "En definitiva, la Autoridad Portuaria tiene que perder esta parte del puerto y que pase a manos del Ayuntamiento y los ciudadanos", señaló. "La lucha vecinal también es un patrimonio histórico de Barcelona y puede ser el inicio de una nueva manera de hacer política", concluyó.
(vía La Vanguardia)
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