29 de setembre del 2014

domesticar la calle

                     extracto de la exposición Rehabitar [3] la calle 
                     (Ministerio de Vivienda, septiembre 2010). 
                     revisado y editado como capítulo en Rehabitar en nueve episodios 
                     (Lampreave, 2012 [2a ed. 2013]). 

calle Enric Granados en Barcelona. a pesar de ser una vía con prioridad para el peatón, 
conserva y potencia innecesariamente el carácter de infraestructura especializada.

En nuestras calles abundan elementos poco domésticos, como el asfalto, los coches, cierto tipo de farolas o señales de tráfico. Es el lenguaje propio de una infraestructura. Domesticar la calle significa alejarla de esta configuración de infraestructura y acercarla, mediante elementos y actividades, a su condición de lugar, asumiendo toda la complejidad que ello supone y que no puede reducirse a una simple fórmula de peatonalización. Si domesticar proviene de domus –casa en latín– podríamos decir que una ‘calle domesticada’ es aquella en la que uno se siente y actúa ‘como en casa’. Para ello, es esencial que la calle pueda incrementar el roce mutuo que ejerce sobre las personas para que éstas tengan la posibilidad de arraigar en ella y el espacio urbano se contamine de su presencia y su actividad social.

La arquitectura moderna ha intentado muchas veces mezclar la calle y la casa, pero este viaje se ha hecho sólo en una dirección: la de acercar la calle a la casa. ¿Qué ocurriría si, en lugar de llevar la ciudad a la casa –cuya expresión más poderosa es la rue intérieure propuesta por Le Corbusier– propusiéramos llevar la casa a la calle?

El cierre al tráfico de calles y avenidas los sábados y domingos, las fiestas populares en verano o los mercados ambulantes que se instalan y se desmontan a diario en nuestras ciudades son usos que, a nuestro entender, ya nos están acercando a una forma de usar la calle más doméstica y con mayor capacidad de intervención por parte de los ciudadanos. Rehabitar la calle es promover que éstos y otros usos colectivos encuentren el modo de producirse, utilizando para ello los recursos propios del momento presente sobre la ciudad que hemos heredado. 

Times Square, prueba piloto de cambio de uso temporal, 2009

Algunas pruebas piloto como la que, en 2009, convirtió Times Square de Nueva York en una playa de hamacas durante los fines de semana, apuntan en esa dirección e invitan a utilizar nuestras calles, incluso las más transitadas, al margen de la disciplina que impone la circulación.

Nos hemos fijado en que muchos de los usos que pueden desarrollarse en la calle y muchas de las formas de utilizarla son y pueden ser temporales. ¿Qué sentido tiene condicionar el espacio público a unos pocos usos permanentes cuando podemos compatibilizar, mediante horarios, muchos otros usos? Del mismo modo que los semáforos regulan intermitentemente el paso de vehículos y personas, otros mecanismos similares podrían regular el uso de la calle por horas, estaciones, jornadas, o fines de semana. 

Aldo van Eyck, calle nevada

Atender a cómo y cuándo usamos la calle es imprescindible para empezar a rehabitarla. Sin embargo, para que esta implantación de usos pueda ser efectiva, cambiante y duradera reclamamos que el diseño sea menos especializado y más genérico, apto por igual para circular que para jugar, o para la venta ambulante o el descanso, para el día a día o para las ocasiones singulares; un espacio público más próximo a la idea que en su momento expresaba Aldo van Eyck a través de una calle nevada. Es entonces cuando sólo se perciben con claridad unos pocos elementos de referencia: árboles, farolas y poco más. Una calle así es un una hoja en blanco, un espacio sin atributos que permite utilizarlo como queramos, listo para acoger cualquier actividad. Deberíamos preguntarnos si todo lo demás no es superfluo.

Henk Hofstra, Water is Leven, 2007

La supresión de elementos en la calle nevada de Van Eyck nos interesa no por su aspecto visual, sino porque evidencia cuán especializadas están nuestras calles y cuán dependiente de un único uso es su diseño. Rehabitar la calle es también una invitación a reconsiderar el estrecho funcionalismo de los elementos que ocupan el espacio público. La instalación Water is leven (El agua es vida, 2007), realizada en Drachten por el artista holandés Henk Hofstra puede ilustrar esta cuestión. Hofstra pintó una franja azul de un quilómetro en una calle para recordar el trazado de un antiguo canal. En este caso, la calle no tiende a vaciarse sino, al contrario, se llena de color y de información histórica pero, sobre todo, se muestra de forma distinta a la habitual, recordándonos que una simple modificación como ésta altera profundamente la percepción del espacio urbano y, con ello, nos brinda la posibilidad de observarlo como si fuese la primera vez, disponible para ser pensado de nuevo al margen de los convencionalismos.

Federico Fellini, escenas de Roma, 1972

Historia, acciones cotidianas, movimiento… todo cabe en la calle. Las escenas de la película Roma (1972) de Federico Fellini, muestran la noche en las calles de la ciudad en las que conviven el tranvía y los niños jugando, los transeúntes y los comensales de las trattorie populares, como una clara expresión de esta complejidad que encaja y proviene de la forma de utilizar el espacio público propia de la Europa del sur. Proponemos la aceptación sin complejos de un desorden aparente que no es más que la expresión de nuestra convivencia. Y aclaramos: conseguir domesticar la calle no requiere ni demasiadas obras ni demasiados gastos. Antes que las caras y molestas reformas que nos asolan constantemente proponemos realizar algunas pruebas a modo de tanteo. Para desarrollar nuevas experiencias sólo se necesita sentido crítico, voluntad, y un par de conos, quizá, para cortar el tráfico.



En definitiva, calles concebidas como lugares, no sólo como infraestructuras. Calles menos diseñadas, menos reguladas, más flexibles. Del mismo modo que reclamamos flexibilidad en nuestras viviendas, también lo reclamamos para la calle. Calles cuya superficie no debe resultar triturada por la demarcación de usos, calles con pavimentos más igualitarios que permitan un uso social más espontáneo. Calles con obstáculos, con mayor rozamiento con sus paredes, con comercios “nudosos”. Comercios con toldos que protegen a los peatones del sol y de la lluvia y evitan el uso indiscriminado del aire acondicionado. Calles con horarios, que permiten usarse según las horas, según los días y según las estaciones, de distintas maneras. Rehusamos bautizar las calles como peatonales porque todas lo deben ser, o no?

(c) Habitar grupo de investigación (SGR 2014/472)

27 de setembre del 2014

reHabitar can Batlló

proposta de la cooperativa La Col
Quaderns #263, novembre 2011



construir
El 1880 entra en funcionament la fàbrica tèxtil de Can Batlló, obra de l’enginyer Juan Antonio Molinero. Juntament amb el Vapor Vell i l’Espanya Industrial actua com a motor econòmic de Sants de finals del segle XIX. La indústria es va ampliant al llarg dels anys fins que, entre els 60 i 80, es tanca la fàbrica tèxtil i el recinte es converteix en una veritable ciutat dels oficis amb més de 700 tallers. El 1976 el recinte queda afectat pel Pla General Metropolità que en determina l’ús com a zona d’equipaments i espai públic per a la ciutat.

destruir
L'ambiciosa transformació urbana de l'eix Gran Via suposa una potent revalorització del sòl del recinte en el zenit de la bombolla immobiliària. En aquest context l'ajuntament cedeix la iniciativa del planejament al sector privat i aprova un projecte que preveu l'enderroc de moltes de les naus que conformen el complex fabril, dissolent la idea de conjunt que el caracteritza, per realitzar un gran parc central encerclat per torres de catorze plantes d'habitatge de luxe. El projecte està aturat degut a la crisi econòmica i Can Batlló avui resta pràcticament buit a l’espera que se li doni un nou ús.

construïm*
Treballem sobre el cas de Can Batlló, vinculats al moviment veïnal, entenent que la transformació del recinte és una oportunitat per la ciutat que la proposta vigent no explota. Una oportunitat de posar en valor el recinte com a llegat del passat material i immaterial de la memòria industrial i obrera catalana, i a la vegada com una oportunitat per reutilitzar i reaprofitar els recursos i infraestructures existents com a estratègia per a un desenvolupament més equilibrat de la nostra ciutat. És també una oportunitat per dinamitzar l’economia promovent usos productius en espais de gran flexibilitat i adaptabilitat.

Estudiem la història i el context actual del recinte des de diferents vessants (urbana, social i econòmica), fomentem el debat i la discussió a nivell de ciutat entorn la seva transformació, treballem en noves estratègies que sobreposant-se a la conjuntura actual permetin, progressivament, rehabitar Can Batlló.

canbatllo.wordpress.com – pensem un altre Can Batlló

*construir, destruir, construïm – l’estructura d’aquest article fa referència al documental de Jacobo Sucari sobre Can Ricart (2011, Destruir i construir).

3 de setembre del 2014

teixit social i relacions urbanes

programa del taller PTEe, quadrimestre de tardor 2014
una intervenció de regeneració urbana a Sabadell
projecte estratègic al barri d'Hostafrancs - Can Feu

Diversos barris de la ciutat, nascuts a cavall del segle XIX i XX, estan formats per una retícula que sustenta illes regulars d’uns 70 metres de costat en les quals, sense solució de continuïtat, s’han alternat en el passat, i encara ho fan ara, parcel·les d’habitatge ‘de cos’ i edificis o complexos industrials, vinculats per una relació funcional que avui ha desaparegut. Mentre els habitatges es mantenen en la seva majoria amb aquest ús, les construccions industrials han sofert una evolució més marcada, des de l’enderroc i la substitució per edificis d’habitatge; la subdivisió i el canvi d’activitat a petits tallers, magatzems, etc.; i, fins i tot, l’abandonament. Més recentment, algunes naus s’han transformat en equipaments i molt poques en habitatges. De tots els barris en aquesta situació, potser Hostafrancs i Can Feu són l'àmbit on encara és possible plantejar una alternativa a la substitució, que sigui capaç d'operar potenciant-ne la identitat i el caràcter.



L’espai públic d’aquests barris es limita en moltes ocasions al propi carrer, amb una secció constant, voreres estretes sense arbrat i llargues fileres de vehicles aparcats. No obstant això, alguns d’aquests barris mantenen una vida social intensa.

Quin és el futur que es pot preveure en aquests teixits? La progressiva substitució o reutilització dels edificis industrials, tal i com s’està duent a terme, no sembla que contingui la llavor d’una millora del propi barri. La coexistència de les grans finques industrials amb el teixit residencial molt consolidat, però, podria suposar una oportunitat de repensar aquest conglomerat des d’un altre punt de vista. Històricament, les naus donaven treball als veïns, en unes condicions laborals diferents a les actuals, i donaven sentit a una coexistència més o menys tolerable. Després d’una època en que aquest vincle es va trencar, ara les naus poden tornar a plantejar-se com la clau per a revitalitzar els barris.

Les finques industrials poden proveir l’espai de transformació que les parcel·les d’habitatge i els carrers consolidats no poden oferir. No es tracta de tornar a plantejar la seva conversió en equipaments o d’incorporar un ús exclusiu. Es tracta d'introduir una diversitat proactiva a l’entorn de nous espais públics de relació oberts a la ciutat en modalitats ara inexistents (passatges, galeries, places, jardins...) capaços de crear itineraris alternatius als carrers actuals i d’allotjar usos sinèrgics amb aquests nous espais aprofitant l’adaptabilitat de les construccions industrials; com poden ser l’habitatge no convencional, el taller artesà o professional, l’habitatge–taller, els petits serveis, el comerç, les oficines, els espais productius, etc. No es tracta d’escollir una modalitat, sinó de pensar en la seva convivència i barreja en benefici mutu.



El resultat hauria de produir-se en forma de canvis induïts en el propi barri. No s’intervé sobre el carrer però el seu caràcter queda modificat per l’existència d’altres espais lliures. No es modifiquen els habitatges existents, però les seves expectatives de futur canvien perquè també ho fa el barri. No s’incentiva directament el teixit associatiu, però queda reforçat per la presència d’espais redescoberts on es pot expressar amb més potència.

Aquest és l’objectiu que es planteja resoldre durant el quadrimestre de tardor el taller PTEe; un treball que obliga a pensar en mecanismes per a intervenir sobre l’edificació des de l’habitabilitat, reconsiderant la naturalesa de la intervenció a escala de l’edifici i de la ciutat (també definint la pròpia habitabilitat a aquestes dues escales), des d’una lectura de diverses possibilitats d’ocupació de l’espai lliure i edificat.