28 de juliol del 2015

'disponible': locals desocupats a la ciutat

Urban Commerce, Jornada 2013
Locales comerciales : nuevos usos, alternativas y oportunidades
jueves 26 de septiembre, Vitoria-Gasteiz
ponencia de Pere Fuertes, “Disponible” : las plantas bajas desocupadas en la ciudad compacta.


Fotomontaje de la calle Sant Pere Mitjà como posible mercado

En la calle Sant Pere Mitjà, en el distrito de Ciutat Vella de Barcelona, 67 locales de un total de 99 están cerrados al público. El diagnóstico es complejo. Incluye la morfología de la calle, su escasa conectividad urbana, la situación del barrio de Sant Pere, los flujos de personas, pero también los parámetros normativos que regulan la instalación de nuevas actividades o la dificultad de promover iniciativas sobre la base de acciones puntuales.

En un estudio presentado a la Jornada Urban Commerce 2013 en Vitoria, se plantea un proceso de revitalización de Sant Pere Mitjà que resulta de considerar la especialización de la calle como alternativa a la dispersión actual, de favorecer la expansión del espacio público y la permeabilidad de las plantas bajas, de reforzar la identidad de la calle y de proponer un modelo de gestión conjunta del ámbito. Estas medidas configuran, en su conjunto, una estrategia que debería permitir el establecimiento de actividades en las plantas bajas y la simultánea regeneración del espacio público.

1. Especialización como alternativa a la dispersión

El distrito de Ciutat Vella ha recurrido a un Plan de usos para regular la presión ejercida desde varios sectores económicos, en particular, desde la industria turística. Fijando límites para estos usos, se pretende reequilibrar las actividades que dan servicio a los residentes y a los ciudadanos en general. No obstante, casos como el de Sant Pere Mitjà permiten observar que esta fórmula basada en la dispersión de los usos potencialmente nocivos no estimula la implantación otras actividades con un mayor retorno social, a pesar de que la densidad residencial de la calle y de su entorno inmediato haría prever una situación muy diferente. La suma de iniciativas individuales resulta insuficiente para establecer las complicidades necesarias que permitan revertir esta situación.


Planta del ámbito de Sant Pere Mitjà indicando los locales cerrados

Es necesario un cambio de criterio que permita hacer la pregunta adecuada: ¿qué actividad puede ocupar los 6.000 m2 de superficie comercial y de trabajo disponibles en plena Ciutat Vella? Una cifra que podría doblarse con la superficie de locales desocupados en las travesías de Sant Pere Mitjà. Sólo con el techo de actividad considerado, es posible establecer comparaciones reveladoras del potencial de esta calle: las galerías comerciales Bulevard Rosa ocupan una superficie de unos 5.000 m2 en el interior de una manzana del Eixample; el mercado de la Boquería cuenta con 6.876 m2, mientras que una planta del centro comercial El Corte Inglés de plaza Catalunya tiene un techo de 6.275 m2.

Sin dejar de ser una calle, Sant Pere Mitjà podría asumir el papel de espacio de conexión entre los 67 locales desocupados, y entre éstos y la ciudad. Permitiría asimilar el conjunto de la calle y sus travesías a un bazar, una galería o un mercado, conectado con la ciudad por las once ‘puertas’ de su perímetro. Cómo en los ejemplos citados, la especialización es clave para dar verosimilitud a la hipótesis de un espacio comercial y de trabajo considerado conjuntamente. En el caso de Sant Pere Mitjà y sus travesías, la vía hacia la especialización de la oferta podría compensar el aislamiento de la calle con el conocimiento de la actividad que se desarrolla.

No se trata de sustituir los locales que ya están en funcionamiento, sino de incorporar un porcentaje significativo de nuevos usos interrelacionados, suficiente para hacer identificable la calle dentro de la oferta de la ciudad y capaz, a su vez, de servir como catalizador de intervenciones posteriores atraídas por los cambios experimentados. Parte del atractivo de desplazarse hasta aquí sería justamente la agrupación de estos locales, como sucede en varios ejemplos actuales de concentración especializada dentro y fuera de Barcelona.

Sería necesario elaborar una propuesta de actuación capaz de determinar qué tipo de productos o servicios serían los adecuados para este nuevo bazar, teniendo en cuenta las limitaciones físicas y normativas, pero también en función de la estrategia que se quiere seguir para su desarrollo, que cuente con la propia calle como espacio de relación.

Las actividades potenciales deben hacer compatibles la producción de bienes y servicios con aulas taller y espacios de exposición y venta, como podría ser un mercado de segunda mano, de reparaciones y reutilización o de talleres artesanales; es decir, actividades que permitan completar todo su ciclo productivo en un mismo lugar y que den pleno sentido a la especialización.

2. Expansión del espacio público y permeabilidad de las plantas bajas

La anchura de la calle Sant Pere Mitjà –entorno a los 3,3 metros– no debería ser entendida como una limitación, sino como una ocasión para la singularización. Las dimensiones casi domésticas de su trazado permiten establecer una relación de proximidad que, en ausencia de tráfico rodado, convierten la calle en un ‘pasaje’ que conecta los diversos locales, casi cómo sucede en una galería comercial o en un mercado. Desde este punto de vista, la calle puede sacar partido de su anchura, permitiendo una mayor interacción entre los locales, y entre éstos y los peatones. No obstante, hay que considerar adecuadamente este parámetro para evitar una ocupación permanente del espacio público que suponga un conflicto con las 556 viviendas censadas en la calle. Por este motivo, podemos hacer una mirada interesada a las consecuencias que está causando en la ciudad la aplicación de otra normativa.

Desde la modificación de la llamada Ley Antitabaco, Ley 42/2010 de 30 de diciembre, en muchos establecimientos del ámbito de la hostelería es cada vez más habitual la reserva de un espacio de entrada cubierto pero al aire libre, que se ha obtenido desplazando el cierre del local o haciendo habitable el ancho del muro con la incorporación de mobiliario adaptado. Se trata de espacios donde la ley permite el consumo de tabaco y que no requieren permiso de ocupación de la vía pública, como sucede con las terrazas y los veladores, sometidos a tasas municipales. Esta combinación de factores es clave para su éxito. En el caso de Barcelona, donde el clima invernal es benigno, estos espacios umbral son ocupables prácticamente todo el año. Trascendiendo los factores que los han originado, se trata de ámbitos que han ampliado el contacto directo con el peatón, invitándolo a hacer uso; hasta el punto que otros locales, con independencia de la actividad que desarrollan, pueden tomar nota de este hecho.

La calle Sant Pere Mitjà puede beneficiarse de esta práctica, diluyendo la separación entre espacio público y privado de forma que se fomente la interacción entre los dos y aumente la superficie disponible para usos vinculados a la calle. Ampliada por la presencia de estos espacios umbral, la calle pasa a ser una unidad indisoluble con las plantas bajas en beneficio mutuo. Penetra sin dificultad en el ámbito privado borrando la distancia impuesta con las actividades de los locales y, a su vez, éstas pueden ganar presencia en el exterior, contagiando su vitalidad al espacio público.


Esquema de la calle Sant Pere Mitjà antes y después de la intervención

Podemos ver aquí una analogía con los puestos de un mercado abiertos a la calle o algunas tiendas de los bazares norteafricanos, a menudo conectadas a un taller, un almacén o la propia vivienda, en función de la especialidad. Operaciones de esta naturaleza se extienden con gran facilidad y suponen una ocupación temporal del espacio público que no sería contradictoria con las disposiciones normativas que excluyen las actividades permanentes en calles de anchura inferior a los 7 metros y, en cambio, pueden contribuir eficazmente a su transformación.

Conviene insistir en el papel estructurador que asume la calle cuando se la considera como galería. Además de propiciar un uso temporal más intenso y diverso, esta condición permite ampliar las posibilidades de los propios locales, considerándolos, en todo o en parte, como prolongación del espacio de uso público y al revés.

Esto permite integrar los espacios umbral generados en un mismo sistema y pensar en algunos locales como puestos abiertos, pero también prever alternativas a la conexión directa entre locales, que no impliquen la transformación de las edificaciones, como los establecimientos discontinuos; es decir, una misma actividad que ocupa varios locales, de forma que la calle actúa como nexo común de relación.

3. Potenciar la identidad de Sant Pere Mitjà

A partir de la actuación de revitalización que se propone, entendemos el conjunto de locales de Sant Pere Mitjà y sus travesías como una entidad única articulada entorno a la calle, de manera que ésta debe ser inidentificable y fácilmente distinguible en su contexto urbano. En parte, la especialización de los locales ya la hace identificable. A ello se suma el resultado de las transformaciones previstas en los umbrales de las plantas bajas que, observados de manera global, modifican el uso y el carácter del espacio urbano.

No obstante, la naturaleza de la propuesta para Sant Pere Mitjà y sus travesías reclama que la calle asuma ciertas transformaciones que incrementen la visibilidad de la nueva actividad y ayuden a entender la unidad del conjunto. Se podría pensar en intervenciones de naturaleza muy diversa, pero en este contexto la acción se concentra en dos medidas de gran repercusión y coste reducido: la iluminación artificial y las puertas del recinto.

Iluminación singular. No se trata de aumentar el nivel general de iluminación o su uniformidad
–que los propios locales ya modificarán– sino de destacar los cruces de la calle por ser enclaves visibles desde el perímetro exterior. Seis luminarias singulares son suficientes para suscitar este cambio, aunque se podrían valorar otras posibilidades más cercanas al terreno fértil de la instalación artística o la participación ciudadana.


Esquema del entorno de Sant Pere Mitjà como recinto

Puertas a la calle. Se ha insistido en la necesidad de entender Sant Pere Mitjà y sus travesías como elementos vertebradores de una galería o un mercado que integre los locales de las plantas bajas, si bien la presencia externa de este ámbito se reduce a las once ‘puertas’ que le dan acceso desde el perímetro. Se propone actuar también en la modificación de estas bocacalles, remarcando su condición de accesos a un recinto. Sería suficiente incorporar un elemento que sugiera un portal de entrada, anunciando su nombre y, sin mayor intervención, las dimensiones de las calles se alteran por asimilación a los pasajes de una galería comercial. La relación directa de las plantas bajas con el espacio exterior a través de los espacios umbral no hace más que confirmar la intuición de haber entrado en el bazar de Sant Pere Mitjà.

4. Modelo de gestión

Pensar en la calle –propiamente, el espacio público y las plantas bajas– como una entidad única permitiría abordar el problema de la desocupación de manera diferente a la suma de las iniciativas de cada finca aisladamente. La escala de la actuación afecta positivamente a los resultados, desde la normativa, las transformaciones físicas o la gestión.

Sant Pere Mitjà y sus travesías podrían ser entendidas como un establecimiento colectivo. Esto permitiría plantear una fórmula solvente de gestión conjunta capaz de tratar el problema en toda su complejidad. En este sentido, la iniciativa pública puede ser considerada, de forma que evalúe las actividades, ofrezca garantías a los propietarios y aliciente a los inquilinos. Además, también es posible explorar otras vías de acción en la gestión de locales a través de iniciativas de comercio responsable que ofrecen espacios compartidos de exposición, de venta de productos y de trabajo para los diseñadores y artesanos. Son modelos que tienen una presencia creciente en Barcelona, aunque a escala más reducida y que no requieren de la intervención directa de la administración.


Noticia aparecida en La Vanguardia, 17 de junio de 2013

Por otro lado, existen plataformas públicas y privadas, dedicadas a la reparación y reutilización de objetos, que organizan espacios físicos para talleres convencionales pero que, sobre todo, estimulan el aprendizaje y la cultura del aprovechamiento por parte del usuario, como el programa que desarrolla el Área Metropolitana de Barcelona.

Si sumamos a estos ejemplos otros campos de acción vinculados a modelos de gestión innovadores, es posible plantear fórmulas válidas para Sant Pere Mitjà que hagan viable su transformación dentro del margen de actuación que permiten las limitaciones del ámbito, por lo cual cabría desarrollar un estudio detallado de actividades a partir de las pautas propuestas, con el objetivo de establecer cuáles son las más adecuadas para incentivar la implantación.


Urban Commerce, Jornada 2013
ponencia de Pere Fuertes, “Disponible” : las plantas bajas desocupadas en la ciudad compacta. 

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