4 de gener del 2011

presentación del curso qp 2011 | castellano

planteamiento

la actividad humana modifica de manera continuada la arquitectura y la consideración de este proceso es decisiva en la comprensión y la formulación del espacio contemporáneo. puede suponer una acción deliberada o involuntaria, permanente o reversible, individual o colectiva, puntual o sostenida, organizada o caótica y, eventualmente, la arquitectura puede sucumbir en este proceso. sin embargo, en cualquier caso, la consideración del tiempo es clave por entender la arquitectura, especialmente cuando ésta se mueve en el territorio de la rehabitación del entorno construido.

esta condición temporal sustituye la objetividad de un espacio estable, esencialmente inalterable, definido íntegramente a priori, por la subjetividad del espacio relativo, sometido a un estado de modificación constante que le es consustancial; sustituye la seguridad en el conocimiento y control del espacio por el reconocimiento de pautas y procesos que responden a un devenir incierto y en rápida evolución. considerar la arquitectura desde una condición temporal exige otros instrumentos de acercamiento metodológico.

en este escenario, la forma no se determina sino que resulta d’adoptar una estrategia; d’operar según reglas de juego por tal que pueda producirse, renovarse y desarrollarse. l’arquitectura es un proceso temporal abierto : el punto d’llegada’d un proyecto y el punto de partida de l’acción de sus usuarios, que puede conducir a un nuevo inicio del proceso.

podemos hablar de una vida de las formas como resultado de estos dos ejercicios encadenados : un ejercicio que el arquitecto organiza y coordina, estableciendo las condiciones estructurales y materiales, y un ejercicio de habitación temporal que los propios ocupantes subscriben o subvierten en función de la evolución de las necesidades y del potencial organizador de las instrucciones dadas.

metodología

el taller se propone afrontar este estado de cambio de manera estructural; identificando y actuando sobre los mecanismos que hacen posible el escenario de transformación; que imaginan esta situación como condición propia de la arquitectura. el objetivo es ejercitarse en un proyecto capaz de evolucionar en paralelo a las condiciones temporales y contextuales, respondiendo de forma activa a una realidad animada por fuerzas no previsibles en su totalidad. proyectar la arquitectura en el tiempo.

esto significa pensar en arquitectura como proceso abierto –en interacción con estas fuerzas– no como un resultado final, y obliga a ser especialmente crítico con el instrumental metodológico empleado. el proyecto evolutivo se plantea en términos de estructura simultáneamente estable y adaptable; lo suficiente sólida para resistir el curso del tiempo y lo suficiente maleable para incorporar cambios en el proceso; una estructura formal dotada de características arquitectónicas definidas y capaz de mantener, a la vez, un grado de indeterminación elevado.

la generación de forma se abordará, pues, desde la lógica de los procesos y las estrategias de transformación y será continuamente sometida a las condiciones de campo del programa y del contexto hasta conseguir un estado de equilibrio provisional.

en esta situación, el programa se resiste a determinar la forma de manera unívoca y se limita a señalar unos atributos del espacio que las condiciones de uso del edificio irán perfilando o corrigiendo. por su parte, el contexto deja de ser una categoría externa al proyecto para adquirir una condición híbrida que no distingue entre figura y fondo, que se convierten, de este modo, en variaciones de intensidad de un mismo campo activo.

proyectar en el tiempo implica que el peso específico de las decisiones no recae en los elementos de la arquitectura sino en las relaciones que establecen entre sí y con los usuarios. todo el proceso deviene relacional; descansa en las propiedades de enlace de las diferentes escalas de intervención, de forma que no tiene sentido el registro de cada uno de los objetos aisladamente sino las condiciones en las que entran en contacto.

a diferencia de otros criterios de actuación, la intervención sobre preexistencias o su incorporación a un organismo de mayor envergadura no provoca problemas de identidad o de rechazo, sino que suscita relaciones inmediatas a partir de entender sus reglas de juego e incorporar otras, de manera análoga a cómo la superposición de tramas provoca el efecto moiré.

“la transformación de un edificio existente –argumenta Carlos Martí– resulta ser así un caso particular de un concepto más general de transformación que abarca todo el ámbito del proyecto arquitectónico, según el cual todo proyecto, toda nueva proposición arquitectónica, sería el resultado de una serie de transformaciones operadas sobre otras arquitecturas, pensadas o construidas, que le sirven de fundamento (consciente o inconsciente)”, presentando “el mundo de la arquitectura como un territorio intensamente interrelacionado en el cual las transformaciones son, justamente, los mecanismos que nos permiten pasar de un punto a otro”.