L'artista suec Michael Johansson té la capacitat de transformar objectes quotidians, envellits pel pas del temps -i amb una petita història particular per a explicar- en instal·lacions que juguen amb l'estranyament d'aquests objectes a través d'una calculada descontextualització i d'una manipulació volumètrica igualment precisa.
El muntatge Tetris, a l'edifici Geozavod de Belgrad (2012) és un bon exemple. El Geozavod és una construcció emblemàtica, inicialment concebuda com a Cooperativa Belgrade (1905-07), una companyia d'assegurances que més tard va deixar pas a altres usos fins a l'estat d'abandonament actual, a l'espera d'una reforma. Mentrestant, Johansson hi ha vist una oportunitat per a una intervenció temporal però molt significativa.
(font: taxi)
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El artista sueco Michael Johansson tiene la capacidad de transformar objetos cotidianos, envejecidos por el paso del tiempo -y con una pequeña historia particular que contar- en instalaciones que juegan con el extrañamiento de estos objetos a través de una calculada descontextualitzación y de una manipulación volumétrica igualmente precisa.
El montaje Tetris, en el edificio Geozavod de Belgrado (2012) es un buen ejemplo. El Geozavod es una construcción emblemática, inicialmente concebida como Cooperativa Belgrade (1905-07), una compañía de seguros que más tarde dejó paso a otros usos hasta el estado de abandono actual, a la espera de una reforma. Mientras tanto, Johansson ha visto una oportunidad para una intervención temporal pero muy significativa.
Diversos objetos, sacados de los almacenes del edificio, constituyen la materia prima para este trabajo de Johansson. Convenientemente reagrupados y privados de la tercera dimensión, estos objetos de oficina de otro tiempo, no muy lejano, adoptan una relación muy particular con las salas que los contienen, que ya no es funcional. Su nuevo orden da todavía más relieve a la inactividad del edificio. Su compacidad extrema nos lleva a pensar en todo el espacio que han vaciado. Recuerdan los cuerpos de bailarines en estrecho contacto en las calles de varias ciudades, coreografiados por Willi Dorner (Bodies in Urban Spaces, 2009), aprovechando rincones que, de otra manera, pasarían desapercibidas.
Los cuerpos, innecesariamente comprimidos, como los objetos que se metamorfosean en muro, ponen en duda la utilidad como única forma de apropiación del espacio. Descubren posibilidades y las convierten en acciones con aparente naturalidad; extraen el aire entre ellos y, con ello, también extraen el espacio que habitualmente los mantiene separados. Estas instalaciones temporales tienen la capacidad de mostrarnos nuevamente un espacio disponible, desocupado, que puede ser recolonitzado con nuevos criterios, desde una nueva mirada. Nos hablan de la relación de los objetos con el espacio.
Los cuerpos, innecesariamente comprimidos, como los objetos que se metamorfosean en muro, ponen en duda la utilidad como única forma de apropiación del espacio. Descubren posibilidades y las convierten en acciones con aparente naturalidad; extraen el aire entre ellos y, con ello, también extraen el espacio que habitualmente los mantiene separados. Estas instalaciones temporales tienen la capacidad de mostrarnos nuevamente un espacio disponible, desocupado, que puede ser recolonitzado con nuevos criterios, desde una nueva mirada. Nos hablan de la relación de los objetos con el espacio.
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