(by Daniel Martorell via yorokobu.es)
gracias a Alex Cuesta y Marc Vilella
gracias a Alex Cuesta y Marc Vilella
"Y este cuento se ha acabado. FIN. Cuando la historia terminó inesperadamente hace unos años, a muchos les pilló con la guardia baja, las expectativas por las nubes y los sueños al borde de la orilla, cerquita de las yemas de los dedos… pero no. FIN.
(Fotos: Cadelasverdes)
Pese a comprometer los ahorros presentes y futuros -sobre todo futuros-, miles de familias en España vieron cómo las viviendas de obra nueva donde habían proyectado vivir se quedaban en eso: proyecto. Pero ni rastro de vivienda. El crédito ilimitado de los bancos trabajó a modo de frenético escritor de cuentos de hadas. Y nosotros devoramos página tras página, encantados con una historia que hablaba de sueños que se iban a hacer realidad…
pero no. FIN.
Cuando escampó la polvareda ya no había rastro ni del cuento ni de los escritores. Faltaban capítulos. En vez de un piso nuevo, lo que tenían muchos españoles era una obra a medio terminar. Habían pagado por una vivienda y a cambio recibieron un cadáver de ladrillo, hierro y cemento. Una broma de mal gusto. Sí… pero no. Iba en serio.
Ana Amado, Marta Marcos y Luz Paz son tres jóvenes arquitectas de Galicia. Pertenecen al colectivo Cadelasverdes y son las responsables de un proyecto fotográfico tan llamativo como crudo, y que acaba de recibir el tercer premio Fundación Jesús Serra del Festival de Arquitectura eme3 que se ha celebrado en Barcelona (la exposición está abierta hasta final de mes en el espacio Fabra i Coats)."
"Se llama Spanish Dream y lo conforman una colección de instantáneas que recrean con cierta ironía el drama que se esconde detrás de las vidas de aquellos que se engancharon al libro de cuento de hadas, una reflexión sobre aquello que pudo ser pero no llegó a ser.
Más allá del poder de atracción que tienen las imágenes -tomadas en distintas ubicaciones de Galicia- el proyecto intenta hurgar en tres heridas abiertas: el más que cuestionable modelo de generación indiscriminada de suelo urbanizable, la reformulación del papel de la arquitectura en relación a procesos sostenibles y el papel del arquitecto en la actualidad; amén de otros temas, como el ansia de posesión de bienes materiales.
Ana Amado explica que tenían la necesidad de hablar de lo que estaba pasando en España tras el crack inmobiliario, pero querían hacerlo desde la óptica del arte contemporáneo y la arquitectura. “La primera aproximación a lo que luego sería el proyecto Spanish Dream surgió tras la pregunta ¿y si fotografiamos lo que pudo ser y no fue, para provocar la reflexión a través de esta ausencia?”. Dicho y hecho. Cogieron los bártulos fotográficos y se dedicaron a recrear escenas cotidianas dentro de casas a medio hacer. Detrás de esos actores se intuye la podredumbre de todo un sistema, pero también la ingenuidad del que soñó con comprarse una casa.
“Creo que la situación histórica, cultural y social española previa al boom inmobiliario sirvió de abono a lo que luego sucedió y no solo permitió que sucediera, sino que alimentó la llama mucho más que en otros países europeos; pues, de hecho, el caso español es único. Culturalmente somos una país arraigado a la tierra, con fuertes lazos familiares que hacen que seamos más inmovilistas que nuestros vecinos europeos, más acostumbrados a abandonar el nido familiar tempranamente, y que además son ayudados por una política de fácil acceso al alquiler. Los bancos concedieron crédito casi sin límites a todo aquel que quisiera cumplir el deseo de todo español de ser propietario. Muchos de nosotros hicimos balance, y dado el elevado precio de los alquileres, decidimos hipotecarnos, pagando solo un poco más mensualmente. O eso creíamos, hasta que empezó la crisis y no pudimos seguir pagando el crédito”.
Tras el desengaño, las miradas se dirigieron, principalmente, a la banca y los políticos. Pero en esta cruda realidad pos-burbuja, los arquitectos también han recibido palos, y el debate les afecta a la fuerza.
“Hemos puesto nuestra firma en el desmesurado parqué inmobiliario que puebla toda la geografía española”, reconoce Ana. “Esto es algo que no podemos olvidar. Eso sí, nosotras no pretendemos que nuestro proyecto plantee una auto-flagelación desde el punto de vista del arquitecto. Reconocer esa parte de culpa es necesario y sano, y enriquece el proyecto. Pero habría que puntualizar que los arquitectos responsables de la firma del enorme número de visados durante los años de bonanza es solo un 5% de la profesión. El resto no han entrado en el juego, al menos no de esta manera”.
Repasando una a una estas imágenes, uno también llega a la conclusión de que entre las muchas cosas que deben ser revisadas está, sin duda, la concepción que cada uno de nosotros tiene sobre dónde está la felicidad y cómo alcanzarla. Es otra de las reflexiones.
“Deberíamos revisar nuestros sueños, nuestros deseos. Nos hemos visto influidos de forma total por una escalada de consumismo en nuestras vidas, alentada por un falso estado de bienestar. Quizás haya que reformular cómo podemos ahora alcanzar la realización personal basándonos en cosas menos materiales, menos de poseer y más de ser. Además creo que es necesario que tomemos más consciencia de lo colectivo, del bien común, nuestras ciudades, nuestras zonas públicas, ser más responsables y más activos. Solo así jugaremos un papel más decisivo y tendremos más voz dentro de la política local. Creo que es la forma de cambiar las cosas, tomando decisiones que afecten más allá de las paredes de nuestras casas”.
(Fotos: Cadelasverdes)
Pese a comprometer los ahorros presentes y futuros -sobre todo futuros-, miles de familias en España vieron cómo las viviendas de obra nueva donde habían proyectado vivir se quedaban en eso: proyecto. Pero ni rastro de vivienda. El crédito ilimitado de los bancos trabajó a modo de frenético escritor de cuentos de hadas. Y nosotros devoramos página tras página, encantados con una historia que hablaba de sueños que se iban a hacer realidad…
pero no. FIN.
Cuando escampó la polvareda ya no había rastro ni del cuento ni de los escritores. Faltaban capítulos. En vez de un piso nuevo, lo que tenían muchos españoles era una obra a medio terminar. Habían pagado por una vivienda y a cambio recibieron un cadáver de ladrillo, hierro y cemento. Una broma de mal gusto. Sí… pero no. Iba en serio.
Ana Amado, Marta Marcos y Luz Paz son tres jóvenes arquitectas de Galicia. Pertenecen al colectivo Cadelasverdes y son las responsables de un proyecto fotográfico tan llamativo como crudo, y que acaba de recibir el tercer premio Fundación Jesús Serra del Festival de Arquitectura eme3 que se ha celebrado en Barcelona (la exposición está abierta hasta final de mes en el espacio Fabra i Coats)."
"Se llama Spanish Dream y lo conforman una colección de instantáneas que recrean con cierta ironía el drama que se esconde detrás de las vidas de aquellos que se engancharon al libro de cuento de hadas, una reflexión sobre aquello que pudo ser pero no llegó a ser.
Más allá del poder de atracción que tienen las imágenes -tomadas en distintas ubicaciones de Galicia- el proyecto intenta hurgar en tres heridas abiertas: el más que cuestionable modelo de generación indiscriminada de suelo urbanizable, la reformulación del papel de la arquitectura en relación a procesos sostenibles y el papel del arquitecto en la actualidad; amén de otros temas, como el ansia de posesión de bienes materiales.
Ana Amado explica que tenían la necesidad de hablar de lo que estaba pasando en España tras el crack inmobiliario, pero querían hacerlo desde la óptica del arte contemporáneo y la arquitectura. “La primera aproximación a lo que luego sería el proyecto Spanish Dream surgió tras la pregunta ¿y si fotografiamos lo que pudo ser y no fue, para provocar la reflexión a través de esta ausencia?”. Dicho y hecho. Cogieron los bártulos fotográficos y se dedicaron a recrear escenas cotidianas dentro de casas a medio hacer. Detrás de esos actores se intuye la podredumbre de todo un sistema, pero también la ingenuidad del que soñó con comprarse una casa.
“Creo que la situación histórica, cultural y social española previa al boom inmobiliario sirvió de abono a lo que luego sucedió y no solo permitió que sucediera, sino que alimentó la llama mucho más que en otros países europeos; pues, de hecho, el caso español es único. Culturalmente somos una país arraigado a la tierra, con fuertes lazos familiares que hacen que seamos más inmovilistas que nuestros vecinos europeos, más acostumbrados a abandonar el nido familiar tempranamente, y que además son ayudados por una política de fácil acceso al alquiler. Los bancos concedieron crédito casi sin límites a todo aquel que quisiera cumplir el deseo de todo español de ser propietario. Muchos de nosotros hicimos balance, y dado el elevado precio de los alquileres, decidimos hipotecarnos, pagando solo un poco más mensualmente. O eso creíamos, hasta que empezó la crisis y no pudimos seguir pagando el crédito”.
Tras el desengaño, las miradas se dirigieron, principalmente, a la banca y los políticos. Pero en esta cruda realidad pos-burbuja, los arquitectos también han recibido palos, y el debate les afecta a la fuerza.
“Hemos puesto nuestra firma en el desmesurado parqué inmobiliario que puebla toda la geografía española”, reconoce Ana. “Esto es algo que no podemos olvidar. Eso sí, nosotras no pretendemos que nuestro proyecto plantee una auto-flagelación desde el punto de vista del arquitecto. Reconocer esa parte de culpa es necesario y sano, y enriquece el proyecto. Pero habría que puntualizar que los arquitectos responsables de la firma del enorme número de visados durante los años de bonanza es solo un 5% de la profesión. El resto no han entrado en el juego, al menos no de esta manera”.
Repasando una a una estas imágenes, uno también llega a la conclusión de que entre las muchas cosas que deben ser revisadas está, sin duda, la concepción que cada uno de nosotros tiene sobre dónde está la felicidad y cómo alcanzarla. Es otra de las reflexiones.
“Deberíamos revisar nuestros sueños, nuestros deseos. Nos hemos visto influidos de forma total por una escalada de consumismo en nuestras vidas, alentada por un falso estado de bienestar. Quizás haya que reformular cómo podemos ahora alcanzar la realización personal basándonos en cosas menos materiales, menos de poseer y más de ser. Además creo que es necesario que tomemos más consciencia de lo colectivo, del bien común, nuestras ciudades, nuestras zonas públicas, ser más responsables y más activos. Solo así jugaremos un papel más decisivo y tendremos más voz dentro de la política local. Creo que es la forma de cambiar las cosas, tomando decisiones que afecten más allá de las paredes de nuestras casas”.
gracias a Alex Cuesta y Marc Vilella
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada