los siete pilares de la ciudad sostenible
Antonio Cerrillo, domingo 14 febrero 2016
“Las ciudades han de contribuir a redefinir el concepto de desarrollo, que no debe estar basado en la idea de consumir más y más, sino en alcanzar una mayor calidad de vida ciudadana”. Así se expresa Gary Gardner, director de publicaciones del Worldwatch Institute, un prestigioso centro de estudios de Estados Unidos que anualmente publica su documentado informe sobre El estado del mundo, una completa radiografía de la salud ambiental del planeta. El nuevo informe será publicado en mayo, aunque buena parte de sus contenidos fueron dados a conocer en una conferencia organizada por el Club Roma y el ICTA-UAB celebrado en el Palau Macaya de la Obra Social La Caixa en Barcelona.
La Piazza del Popolo en Ravenna.
La Piazza del Popolo en Ravenna.
1. La plaza, lo público. La ciudad deseada “debe tener como objetivo central estratégico que se creen y se consuman bienes públicos, en lugar de consumir productos privados”. Eso significa fomentar los espacios públicos, “crear plazas, parques o instalaciones deportivas, para permitir que la gente se pueda reunir en un espacio público con un buen ambiente”, dice Gardner, que prefiere “una familia que se come un helado en una plaza un domingo por la tarde que verla acudir a un centro comercial para ir de com- pras”. En suma, se trata de diseñar ciudades capaces no sólo de proveer alimentos y seguridad, sino que favorezcan las relaciones personales o la realización personal, la equidad, trascendencia o justicia. “Hay que poner el énfasis en la idea de reforzar el bienestar, lo que puede implicar una reducción de los niveles de consumo”. “El problema –continúa– es que hemos diseñado una economía básicamente para vender y vender cada vez más, aunque no se satisfagan las verdaderas necesidades”, añade.
Imagen aérea de Amsterdam.
2. Urbanismo compacto. Gardner propone superar un modelo urbanístico que ha supeditado el diseño de la ciudad a la funcionalidad del coche . “Se han hecho ciudades más grandes de lo que se debería de haber creado”, afirma. Barcelona y Atlanta tienen una población parecida, pero la capital norteamericana ocupa mucho más espacio. Reivindica el urbanismo compacto y denso, frente al expansivo que crece en forma de mancha de aceite. “Las ciudades –dicen pensado sobre todo en Estados Unidos– se han hecho según el deseo de los fabricantes de coches, que presionaron para que desapareciera el tranvía que había en los años 30 del siglo pasado en Los Ángeles, y los coches se convirtieran en el principal medio de transporte”. Este modelo da muestras de agotamiento. Debe corregirse en el futuro. En el otro extremo, las ciudades europeas, más densas y compactas, con los servicios más cercanos, han podido reducir muchas veces los desplazamientos largos obligados, con lo que tienen una escala más humana.
Propuesta del grupo de investigación Habitar para Sant Pere Mitjà, Barcelona.
3. Recuperar el centro. Proteger los centros urbanos, hacerlos transitables, recuperar su identidad... Gardner dibuja una ciudad del futuro en la que necesariamente deberá haber menos coches. “Debemos reducir el uso del vehículo privado no sólo por los problemas de congestión y de contaminación que generan, sino porque debemos ganar espacio para el ciudadano”, dice.
4. Calidad del aire. Los cascos urbanos presentan niveles de polución superiores a lo que marcan las directivas o recomienda la OMS. Por eso, es partidario de limitar el acceso de los vehículos privados a los centros urbanos, por ejemplo mediante el cobro de tasas “para generar ingresos y fomentar el transporte público”. Hace 30 años, el 60% de los desplazamientos se hacían en bicicleta en China; pero la apuesta de su gobierno por un desarrollo industrial sin matices ni consideraciones ambientales ha tenido como secuela la congestión urbana y unos delirantes niveles de polución del aire con altísimos costes sanitarios.
3. Recuperar el centro. Proteger los centros urbanos, hacerlos transitables, recuperar su identidad... Gardner dibuja una ciudad del futuro en la que necesariamente deberá haber menos coches. “Debemos reducir el uso del vehículo privado no sólo por los problemas de congestión y de contaminación que generan, sino porque debemos ganar espacio para el ciudadano”, dice.
4. Calidad del aire. Los cascos urbanos presentan niveles de polución superiores a lo que marcan las directivas o recomienda la OMS. Por eso, es partidario de limitar el acceso de los vehículos privados a los centros urbanos, por ejemplo mediante el cobro de tasas “para generar ingresos y fomentar el transporte público”. Hace 30 años, el 60% de los desplazamientos se hacían en bicicleta en China; pero la apuesta de su gobierno por un desarrollo industrial sin matices ni consideraciones ambientales ha tenido como secuela la congestión urbana y unos delirantes niveles de polución del aire con altísimos costes sanitarios.
5. Naturaleza. “La naturaleza tiene que estar mejor integrada en las ciudades y no quedar segregada en ellas. La naturaleza es un buen vecino, pues proporciona servicios ecológicos valiosos”, dijo Gardner en su conferencia, y además enumeró una larga lista de opciones para dar entrada a los espacios naturales en el planeamiento urbano (parques y zonas verdes cercanos, corredor verdes del centro a la periferia, un 10% de zonas salvajes, reservas de un 40% de espacios para bosques, tejados verdes…).
6. Energía limpia. Gardner propone fomentar el autoconsumo con fuentes renovables. Ante la necesidad de mitigar el calentamiento causado por los combustibles fósiles, es partidario de dar incentivos a la energía fotovoltaica y rechaza el método del fracking (la obtención de gas mediante la fractura de la roca), pese a que ha abaratado el recibo de la energía en su país. “Mi factura de energía me cuesta un 20% menos que hace tres años, pero el problema es que en muchos casos, al fracturarse la roca, una parte de ese gas liberado entra en las reservas de agua subterránea, lo que ha provocado la contaminación del suministro en ciertas zonas”, añade. Otro problema es que si los combustibles fósiles siguen siendo más baratos, se menoscaban los incentivos para fomentar las energías renovables”.
7. Proteger el clima. Reducir los residuos y reaprovechar y reciclar los materiales es otra gran asignatura pendiente. “El problema fundamental es que el capitalismo es devorador de recursos, tiene un apetito insaciable; pero el planeta tiene sus límites, y debemos aprender a vivir dentro de esos límites”. ¿Es incompatible el capitalismo con la protección del clima? Se trataría de “diseñar un capitalismo más eficiente para que dé señales al mercado de que debemos conservar los recursos naturales. El problema es que al consumidor se le anima continuamente a consumir más y más; y eso siempre supondrá un gran problema”.
(La Vanguardia, Antonio Cerrillo, domingo 14 febrero 2016)